miércoles, 12 de febrero de 2014

Reflexiones de Eliaschev sobre Othacehé

Pepe Eliaschev se suma a la ola de periodistas haciendo reflexiones personales sobre la cuestión de Othacehé. Aquí reproducimos la nota que publicó en su web, www.pepeeliaschev.com.

Fuente: http://www.pepeeliaschev.com/audios/fase-descendente-15546


Fase descendente

Buenos Aires, 11 de febrero de 2014 – Nadie puede decir, y a la vez imaginar que va a ser creído, que el pase de Raúl Othacehé a las filas del Frente Renovador de Sergio Massa es un episodio asombroso o sorprendente. Nada tiene de asombroso. No es otra cosa que la confirmación de una vieja historia.
Entre otros rasgos que lo caracterizan al peronismo, el pragmatismo es su diferencial más prominente. Es un movimiento que venera la conducción y, consecuentemente, es capaz de operar con la más absoluta ausencia de reparos  para encolumnarse con quien tiene posibilidades de ganar o ya ha ganado. La vieja consigna según la cual al que gana hay que seguirlo, tiene en el peronismo, una validez casi dogmática. Esto es lo que ha hecho el intendente de Merlo, que a otros varios rasgos lamentables de su recorrido político, debe agregársele que fue precisamente el político bonaerense que estuvo a punto de perder en las últimas elecciones en su propio feudo, Merlo, donde es amo y señor desde hace más de veinte años. De hecho, el Frente Renovador impidió en 2013 que en el Concejo Deliberante en Merlo, Othacehé se quedara con la mayoría simple, porque ganó con una diferencia de apenas el 2 por ciento.
El 27 de octubre pasado, con la camiseta kirchnerista, Othacehé tuvo el 36.39% de los votos, contra el 34.91 por ciento de Massa (que ese día decía ser la “renovación”) frente al caudillo local, una diferencia de solo 1.48%, o sea apenas 4.200 votos. La duhaldista Unión Popular tuvo el 14.02% de los votos. Hasta el fichaje de Othacehé por Massa, el hasta unas semanas “barón” kirchnerista tenía en el Concejo Deliberante 13 votos, mientras que el massismo disponía de nueve. Ahora no se sabe, pero ¿cuál es la diferencia? Esto significa que en octubre de 2013 el massismo le escupió el asado a Othacehé en Merlo y el “Vasco” saco sus conclusiones.
Es revelador comprender la mecánica política de los peronistas cuando se producen este tipo de cambios. ¿Por qué será que en el peronismo, como lo acreditan inclusive varios libros importantes, ya no se cuestiona la noción de “barones del conurbano”, “caciques”, hay quienes hablan de “jeques”, “sistema feudal”? Porque en esa república del Conurbano, donde se decide el futuro de la provincia de Buenos Aires y, en muchos casos, el futuro del país, ostenta una mecánica de orden democrático, puesto que gobiernan los que ganan las elecciones, pero cuya práctica desde el punto de vista institucional es sumamente precaria.
Nadie ignora que Hugo Curto gana las elecciones en Tres de Febrero, como las ganaron durante décadas Othacehé en Merlo y Alberto Descalzo en Ituzaingó. Así ha pasado con otros. Lo que sucede es que en las filas del Frente Renovador, la incorporación de Othaecé añade un elemento diferenciante que puede llegar a complicar los proyectos políticos del precandidato presidencial Sergio Massa. Para disputar la candidatura a gobernador de la Provincia de Buenos Aires por el Frente Renovador ya se han alineado varios dirigentes del Gran Buenos Aires que vienen de recorridos diferentes. Jesús Cariglino, por ejemplo, es un peronista de esos que uno podría denominar “de paladar negro”, pero que sistemática y ortodoxamente se opuso al gobierno de los Kirchner a lo largo de todos estos años. No es el caso de otros que han estado girando en torno de otros referentes. El propio Othacehé fue un fervoroso seguidor de Néstor y Cristina Kirchner. En su decisión de alinearse ahora con el Frente Renovador no aparecen elementos políticos demasiado finos, ni elaborados. Ha dicho en alguna declaración que fue el kirchnerismo el que se alejó de los intendentes. “El kirchnerismo se fue alejando de nosotros”, confesó Othacehé. En un punto es cierto y tiene razón. El oficialismo se ha venido encerrando de manera cada vez más brutal e incomprensible. Han terminado prevaleciendo camadas de jóvenes gerentes que ni siquiera son dirigentes territoriales y cuyo único mérito es haber encandilado ideológicamente a la presidente de la República.
Ahora hay que prestar atención, porque el caso Othacehé proyecta una foto importante de lo que es la fuga del kirchnerismo. Ilumina una situación innegable, inocultable y evidente: el kirchnerismo ha ingresado en su fase descendente, que puede ser larga, zigzagueante, puede incluso experimentar recuperaciones, pero tiene un signo clara e irreversiblemente evidente: pierde capacidad de reclutamiento.
En su momento de mayores recursos económicos y mayor capacidad de convocatoria -sobre todo bajo la conducción del astuto Néstor Kirchner-, el kirchnerismo logró ser sinónimo de peronismo en la provincia de Buenos Aires. Ahora uno se pregunta cómo va a reaccionar Daniel Scioli, en cuyas filas se califica a Sergio Massa de haberse ido del peronismo, cuando Massa, al igual que Othacehé, participó activamente del gobierno de los Kirchner e incluso fue jefe de gabinete de ese Gobierno. En tal sentido, no hay una gran diferencia entre Othacehé y Massa, más allá de que sobre Massa no pesan los cargos que pesan sobre Othacehé, quien sí representa de manera ortodoxa lo más vetusto, retardatario y peligroso del viejo peronismo del Conurbano. Sobre él han pesado acusaciones de orden político y penal muy delicadas. Él no ha prevalecido veinte años en Merlo solo por ser un buen dirigente comunal.
El Frente Renovador va a tener que hacer sus propios números y sus propios cálculos, tratar de saber hasta qué punto está sumando o está renunciando a muchas posibilidades. De cara a las otras alternativas no peronistas, es evidente que el camino que está recorriendo el Frente Renovador y las decisiones que está tomando Massa lo van mostrando claramente lanzado a disputa por el peronismo, cuerpo a cuerpo con la ya explicita candidatura presidencial de Scioli.
En cualquier caso, hay dos elementos muy evidentes: el kirchnerismo, como lo revela la fuga de Othacehé, ha ingresado en una larga pero irreversible etapa descendente, y el Frente Renovador parecería estar inclinándose por un pragmatismo que deja afuera a quienes apostaban seriamente a una propuesta “renovadora”.

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