martes, 10 de abril de 2012

Después del viento, una tormenta de angustia (La Nación)



Otra nota de La Nación. Tiene más imprecisiones que datos pero ya que se centra en Merlo e incluso cita a algunos vecinos nos pareció interesante compartirla.


Enlace: http://www.lanacion.com.ar/1463435-despues-del-viento-una-tormenta-de-angustia-y-rabia


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Lunes 09 de abril de 2012 | Publicado en edición impresa

El trágico temporal
Después del viento, una tormenta de angustia y rabia
Crece la indignación en barrios del oeste y sur del conurbano que llevan cinco días sin servicios
Por Leonardo Tarifeño  | LA NACION
   

Tal vez lo más raro de los vientos huracanados que la noche del miércoles asolaron la ciudad y alrededores es que ni siquiera parecieron vientos. Según Oscar Raimondi, vecino de Merlo al que el vendaval le destruyó su casa, su jardín y sus tres autos, "el ruido fue como el de una explosión".

La "explosión" duró un segundo, o menos, pero su onda expansiva no se detiene. En parte, porque los árboles caídos, los postes de luz derrumbados y los techos de chapa desvencijados todavía dibujan un paisaje desolador y catastrófico , que se vale de la inquietante fuerza del silencio para expresar todo aquello de lo que la naturaleza es capaz. Y en parte, también, porque en Moreno, Merlo e Ituzaingó, tres de las zonas más afectadas, el descontento con la respuesta de las autoridades amenaza con desatar otra tormenta de imprevisibles consecuencias. "El que vea a Othacehé, que lo mande para acá", dice Jorge Espíndola, con cara de pocos amigos. Detrás de él, en el cruce de Los Incas y Bogotá, en Merlo, el tronco de un eucaliptus frondoso y bellísimo surca el techo de la que todavía es su casa.

Espíndola reclama la presencia, la acción o el consuelo de Othacehé porque, dice, nadie de la intendencia se acercó para ofrecer "ni agua", y encima acaba de enterarse de que, como el árbol cayó del lado de su casa y no del de la calle, quitarlo y cortarlo ya no correría por cuenta del gobierno. "A todos los que tenemos el mismo problema en el barrio nos dijeron esto -explica, entre indignado y compungido-. Pero, ¿cómo podría quitar yo el árbol que cayó encima de mi casa, si ni siquiera sé por dónde tendría que cortarlo?"

Las preguntas de los vecinos son múltiples y pocas tienen respuestas. ¿Lo que ocurrió fue un temporal o un tornado? ¿Quién y cuándo llegará, si es que llegará alguna vez, para quitar los árboles y los postes que se metieron en las casas? ¿Y es verdad que, como aseguran los rumores de una zona en la que por estos días no hay radio, televisión e Internet, el techo de una iglesia de Moreno cayó hacia adentro y mató a más de 30 personas?

En Merlo se habla de una mujer a quien el viento le arrancó a su bebé de los brazos; en Ituzaingó cuentan la historia de otra mujer decapitada por un techo de chapa. A su manera, las versiones, contraversiones y verdades sin confirmar exhiben el abandono -informativo, logístico, humano- que los habitantes de esta zona del conurbano bonaerense enfrentan desde hace ya cinco días. Sin agua para beber o bañarse, sin luz que les brinde seguridad en las calles, sin teléfonos para llamar a los familiares ni gas que les permita cocinar, los vecinos se reúnen a diario y se ayudan entre ellos, demasiado ocupados para sentarse a esperar una colaboración oficial que hasta ahora sólo ha aparecido con cuentagotas.

"Por acá pasó anteayer una camioneta para decir que en cualquier momento iban a llegar 20 dotaciones de bomberos, pero los postes de luz siguen ahí tirados", dice Guillermina Ubiría, vecina de Moreno, quien vive en una típica casa de las afueras rodeada de árboles y perros. Hoy los árboles tirados se cruzan en la entrada, el transformador de un poste de luz que cayó a metros de la puerta la saluda todas las mañanas y hasta los perros se ven obligados a tomar menos agua de la que bebían hasta hace una semana atrás.

"Ayuda oficial yo no he visto, pero ¿para qué iría a los piquetes que convocan en el barrio? Así no se gana nada", opina Guillermina, y en eso coincide con su vecino Mario, del barrio La Tradición. "La luz llegó anoche, pero tenía tan poca tensión que ni siquiera pude cargar el celular", dice Mario, para quien "lo principal es no desesperarse. A nosotros nos cayeron dos árboles y un poste de luz en la quinta, cortamos la leña que pudimos y el resto lo quemamos. Hay mucho que arreglar, la ayuda ya llegará. Mientras tanto, hay que apoyarse: en estos momentos se ve quién es solidario y quién se aprovecha de la desgracia".

TEORÍAS Y RUMORES

En los encuentros de vecinos abundan los relatos de robos de cables, las teorías meteorológicas caseras, las tácticas para sobrevivir a la oscuridad posterior a las siete de la tarde y los rumores sobre el calendario previsto para el regreso de la normalidad. Ningún comentario es optimista: los robos de cables están cada vez más extendidos, las teorías meteorológicas incluyen dosis de paranoia ("¿por qué no quieren decir que fue un tornado?", es la frase más escuchada), la estrategia de guerrilla nocturna incluye la distribución de los bidones de agua conseguidos durante el día y el plazo que esperan para que vuelvan la luz y el teléfono es de dos a tres meses.

La noche del miércoles pasado, ráfagas de hasta 120 kilómetros por hora arrancaron de raíz árboles de 200 años y dejaron intactos carteles de chapa ubicados a metros de esos mismos árboles. El fenómeno meteorológico más extraño de los últimos tiempos parece tan misterioso y caprichoso como el rumbo del viento.

Para los vecinos del oeste del conurbano, lo único cierto es que a la emergencia por razones naturales hay que sumar otra emergencia: la que los obliga a arreglárselas solos. "Supongo que la ayuda oficial tarda porque primero se ocuparán de las partes más carenciadas -concluye Raimondi, mientras observa uno de sus tres coches destrozados-. Para mí, esto fue un tornado, por eso resultó tan grave. Y ante algo tan inesperado como un tornado, hay que tener paciencia para evaluar y reparar los daños. Mi casa está destruida, pero no me voy a ir de Moreno. Aunque tengo 57 años, voy a tener que sobrevivir como si fuera un boy scout "

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